En un mundo que parece cada vez más violento, los pacificadores pueden parecer seres de otro siglo. Sin embargo, hay una riqueza oculta en ser un pacificador: ¡eso trae gozo a tu vida y a la vida de otros!
La mansedumbre es un regalo de Dios. El carácter pacífico y manso, fuerte en su firme tranquilidad es resultado de un proceso que nos enseña a valorar la belleza de la paz.
Los pacificadores son seres "mansos", llenos de mansedumbre. Una característica especial que nos hace firmes, pacificadores y lentos para enojarnos. Un pacificador hace todo por traer paz en cualquier situación adversa.
Hará más que lo posible por terminar conflictos y enfrentamientos.
Busquemos la paz, y busquemos ser pacificadores. Que cuando lleguen los conflictos nos encuentren bien parados en nuestra certeza: es mejor la paz, siempre.
La Biblia dice que Dios es nuestra paz, y que Él nos da Su paz, esa paz que es verdadera y duradera.
Hablemos con Dios, como con un amigo, y permitamos que Él nos enseñe a ser como Él.
¡Él es Dios de paz!
No hay comentarios:
Publicar un comentario