Cansados del invierno, anhelamos un cambio de estación: que venga el sol cálido, la brisa que te invita a salir afuera, el verdor que comienza otra vez!
Nuestra vida espiritual es similar. Las pruebas y momentos difíciles nos hacen sentir un rigor de invierno. En tiempo de crisis, el dolor del frío de la prueba también puede tocar el alma y las emociones. Nos congela, nos invade, nos inmoviliza.
Pero hay esperanza: el invierno no dura para siempre. Las crisis tampoco. Todo tiene un límite puesto por Dios.
Como las estaciones del año, como la órbita de los planetas o el salir del sol cada mañana, todas las cosas se sujetan a la soberanía de nuestro Dios.
Y ese invierno que todavía estás sufriendo...¡pasará! No bajes los brazos; seguí confiando y esperando en Dios, que la primavera ya llega a tu vida. El Dios que te dio vida y que te ama, tiene todo bajo control...¡de verdad! Él está manejando las circunstancia para tu bien, dirigiendo la historia de tu vida Vas a resurgir con nuevas fuerzas de un letargo que te pareció un frío invierno.
Hay ¡un final feliz” con Jesús en tu corazón! Cada momento difícil se transforma en un invierno que pasa trayendo nueva vida, cuando lo dejás en las manos de Dios. No vivas sin Su ayuda. ¡Él te conoce y quiere ayudarte! Decile ¡Chau! Al invierno que pasaste, ¡y recibí la vida que Dios ya preparó!
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