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28 de septiembre de 2012

¡Bienvenida Crisis!

Solía afligirme demasiado por las circunstancias, por lo que vemos, vivimos, sentimos, necesitamos. Dios tiene poder para transformar mi situación en un instante…pero por lo general ¡está más interesado en transformarme a mí!  No es fácil, porque es mejor que “solucione mis problemas y me de su paz”, que permitirle un rato de “desierto” para tratar con todo lo que debo cambiar, lo cual, por alguna curiosa razón, ¡yo no veo que deba cambiar!
Él no aflige voluntariamente al hombre, dice su Palabra.  En esas pruebas (“que nos surgen” ni sabemos cómo) tengo que poner los ojos en Él. Si me parece que la aflicción me inunda el alma, lo miro a Él y ¡veo que aunque pase por las aguas, no me anegarán! Que aunque tenga un momento de angustia, ¡no prevalecerá!  Porque toda crisis tiene un propósito de bien para mi vida.  Mi Dios  me llamó para que viva, y prometió que estará a mi lado. Mi parte es buscar su guia para hacer de esta crisis ¡una victoria grande!....Sí, sí... Sé que no se percibe así cuando estamos inmersas en  las crisis.  Necesito ver la “verdadera realidad de la situación”, y que Dios “me enseñe, y me haga entender.” Cuando quiero que Dios cambie todo, debo detenerme y pensar: ¿Qué tengo que hacer, qué decisiones tomar, qué tengo que cambiar? Mientras más rápido lo entienda y lo haga, ¡menos crisis! Si Él está dejando que persista necesito acallar mi propia alma y abrir mis oídos y mi corazón.
Las crisis de la vida requieren de mis decisiones, aunque Dios interviene. Hay una parte que me toca a mí, una responsabilidad que hace posible, no sólo que la supere, ¡sino que yo sea transformada y bendecida al hacerlo! Ese es el propósito de Dios. Nos ha dicho que, con Él, todas las cosas que nos suceden redundan en nuestro bien. Paradójico tal vez, pero cada crisis es una oportunidad de ver actuar a nuestro favor al Dios que es el Padre Perfecto. Y, una oportunidad de ser mejores cada día, porque es su gracia la que nos ayuda a no ser lo que fuimos ayer.  Cuando enfrentes la crisis, “después de desesperarte”, cómo es lógico y humano…¡ya no te desesperes más! Porque Él tiene absolutamente todo bajo control. Y te ama. No tengas miedo de las crisis, porque, sin duda, vendrán. Decidite a obtener lo mejor de ellas. Eso ya es un triunfo. Tu vida vale mucho. No la tengas en poco. Valorá todos los instantes. El amor de Dios es tan grande que siempre hace de tu noche oscura un nuevo comienzo.

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