El cielo no siempre es azul. El clima no siempre es ideal. Las circunstancias no siempre son como nos gustaría. En esta vida también hay cielos grises y oscuros. Hay tormentas. Hay dolores y angustia.
Pero Dios ya lo sabe.
Ya lo sabía incluso antes de que naciéramos.
Por eso envió a su Hijo Jesús para que pudiéramos conocer el amor de Dios y ser transformados por la obra de su cruz.
Y ha prometido estar con nosotros en todo tiempo.
"Tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos."
Mateo 28:20b, NTV.
Él dice que es nuestra ayuda y nuestro escudo; nuestro consuelo y nuestra fuerza.
Nuestro refugio seguro y nuestra paz. “El Dios de mi alegría."
Por eso, que cada día podamos recordar esto: Nuestras circunstancias están bajo el control de Dios.
Si querés conocer el amor de Dios podés hablar con Él así (o con tus propias palabras):
“Señor, creo en vos, y creo que me amás como nadie más. Creo en Jesucristo tu Hijo, y que Él murió para que yo no tenga que morir lejos de vos. Perdoname todo lo malo que he sido y lo malo que he hecho. Me arrepiento. Recibo a Jesús en mi corazón ¡y te doy gracias por hacerme tu hijo! Amén”
No hay comentarios:
Publicar un comentario