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19 de octubre de 2012

Los platos nos pueden esperar

El largo día de trabajo se siente sobre los hombros. Después de la cena, los platos esperan apilados en la mesada. Todavía el rito de preparar la ropa para el próximo día no se inicia. ¿Quizás sea necesario hacerlo todo un  poco más rápido? Y finalmente poder ir a descansar.
Mientras el agua corre y el detergente cae sobre la esponja, se escuchan pasitos suaves,  de medias en el piso y unos ojitos bien abiertos se asoman detrás del libro, se escucha una pequeña carcajada y el pedido no se deja esperar.
¿Leer? ¿A  esta hora, con todo por hacer?
Sí, sí, es cierto que ya es la hora de ir a la cama. Bueno, vamos a leer tu libro.
Con un ojo en el reloj y otro en las páginas del cuento, casi saltando de párrafo en párrafo, la historia llegó a su fin. La oración y el beso de buenas noches dichas casi en una sola frase y la protesta sobre leer otro cuento más aparece en su carita...

Detenerse un momento, a veces, sólo es necesario detenerse, ¿cuántos abrazos, besos, cuentos, oraciones y juegos sin disfrutar, perdidos para siempre? Los platos nos pueden esperar, ellos no, sólo serán niños esta vez.
Podés encontrar las palabras de Jesús en: Lucas 10:40 - 42.

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