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30 de junio de 2014

La mirada de Dios


Trabajar con paz



Pareciera que las palabras trabajo y descanso, trabajo y paz no van juntas, ¿no? Depende del trabajo de cada uno por supuesto, pero puede haber paz en medio del bullicio, en medio del trajín, en el andar de aquí para allá haciendo las tareas de la casa, las compras, en las reuniones, en los debates, en el comercio,  en el fragor del trabajo físico que agobia.
  La paz no se relaciona tanto con la actividad externa sino con el corazón. Podemos estar quietos y sin paz, o  correr de aquí para allá muy ocupados, pero con paz en el interior—llenos de calma. Es posible porque la da Dios. La paz es un regalo. Pero tenemos que “procurarla, buscarla y seguirla”. No dejemos que nada nos robe la paz de Dios.
   ¿Qué cosas suelen robarte la paz? ¿Qué actitudes pueden hacer que la pierdas? A veces ¡las cosas muy pequeñas! Hablemos con Dios; Él nos enseña a mantener su paz.      Cuando le obedezco ¡ya no es tan fácil que las circunstancias me roben mi paz! Atesoremos la paz, hagamos lo que dependa de nosotros para mantenerla, y procuremos siempre disfrutarla y compartirla.
  Pidamos a Dios que Él tome el control. Así podremos tener calma en el corazón aunque tengamos mucha actividad a lo largo del día. Confiamos en su amor y en su poder.