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31 de marzo de 2013

¡Felices Pascuas!

 

¡Él Vive!

¡Día de Celebración!

Subí el volumen de tus parlantes  

y hacé clic aquí para alabar con coros al Señor, junto a Juan Carlos Alvarado,

 aquí, para alabarle con himnos.

junto a Juan Luis Guerra presioná aquí  y

para cantarle junto a Marcela Gandara, aquí

 no hay nadie como Él, junto a Hillsong, haciendo clic aquí




18 de marzo de 2013

¡Vamos a Celebrar!


¡Preparate!


Compartimos Vida

Mucho más que el Pan.

Brindamos ayuda material, mejoramos la calidad de vida, aconsejamos, asesoramos. Pero cuando hablamos de Jesús a otros, compartimos algo único. Estamos guiando a la persona hacia un cambio radical de toda su existencia. La conducimos a un “nuevo nacimiento”: el inicio de una relación Padre-hijo con Dios, una transformación que revoluciona su vivir. Compartimos una vida que trasciende. Que es eterna. La Persona de Cristo, la Presencia de Cristo.  “El que cree en mí, tiene vida eterna”, dijo Jesús (Juan 6:47). Esto es más valioso que toda la ayuda material que podamos brindar.     “Evangelizar” es llevar las mejores noticias que pueda recibir un ser humano. Es vida. Satisfacción del alma, propósito, plenitud. El  “sentirse realizado”. Y solo es posible  con la presencia continua de Dios. Es necesario  ayudar. Es importante el pan, el trabajo, la educación, la salud; muchos gobernantes, y muchas instituciones pueden dar todo eso. 
Pero el dar vida verdadera solo se le ha concedido a la Iglesia de Dios, por medio de Jesucristo. 

Asistamos a los pobres, a los enfermos, pero no le demos solamente lo necesario para esta vida cuando tenemos mucho más: la Persona de Cristo.

Susana Wesley

En el Día de la Mujer. Un legado que trasciende los siglos.



   

Susana nació en 1669 o 1670 y creció en un ambiente piadoso; su papá, fue un hombre muy usado por Dios. Ella fue la mayor de 25 hermanos. Se la describe con un carácter de benignidad, gozo, disciplina y  sobriedad.
Fue madre de 19 hijos (ocho de los cuales murieron pequeños). Su vida no fue fácil. Pero tenía un propósito definido: hacer de sus hijos Hombres de bien y hombres de Dios.
Dispuso métodos prácticos por los cuales logró una vida ordenada. Se esforzó en formar buenos hábitos en sus hijos. Dispuso el tiempo para dormir, para comer, para descansar, para levantarse etc. (incluso desde bebés).    
Era puntual en sus actividades y quehaceres, y aun ante los imprevistos mantenía el orden en su hogar. Eso transmitía una impactante seguridad a los niños.
Dedicaba dos horas por día (una a la mañana y otra a la tarde) para estar a solas con Dios. Fue una mujer de oración, que oraba y meditaba y además llevaba su fe a la vida cotidiana. 
La enseñanza metódica de Susana no solo educó a sus hijos sino que los formó como verdaderos cristianos. Ella ejerció un sabio equilibrio entre la disciplina y el amor. Permitía los juegos, las risas y el bullicio de los niños como es normal, pero les enseñó la importancia de tiempos de quietud, de oración, de estudio y de trabajo. 
Fue una madre muy cariñosa, y sus vecinos testificaban que su hogar se destacaba por el amor. Cultivar las huertas, cuidar los animales, ordeñar las vacas, sembrar, y otras tareas similares constituían buenos hábitos y eran además lecciones objetivas para sus hijos. 
Todos sus hijos al morir estaban “en el Señor”. Juan sobresalió en la organización y administración de las iglesias metodistas. Carlos, aunque también predicaba, se destacó escribiendo himnos. 
Una  parte de sus contemporáneos consideraban que había muchos métodos en la forma de vida de Juan, Carlos y sus amigos, de modo que los llamaron “metodistas”. Pero ellos sólo implementaban y transmitían los principios y métodos de enseñanza que aprendieron de su madre. 

¡Que huella Susana tuvo en sus hijos!. Su consagración  dio un fruto que sigue creciendo hasta el día de hoy. 



  
Si tu prioridad dada por Dios  es el transmitir  la verdad de la Palabra a tus hijos, y formar un carácter cristiano en ellos, recordá que al hacerlo estás bendiciendo a las próximas generaciones.
Transmitís vida espiritual a una sociedad que está desesperada y necesitada del amor de nuestro Dios. 
¡Tu esfuerzo vale la pena y resultará en mucho bien! Se extenderá más allá de lo que puedas imaginar.